El individuo rigurosamente supersticioso es también casi
siempre un creyente ciego en el destino.
Un poeta, algo único, que valía la pena salvar.
Claro que la imaginación siempre puede abrir cualquier
puerta, girar la llave y dejar paso al terror.
A los ricos no los ahorcan nunca. Solo a los pobres y sin
amigos.
Todos los crímenes podían considerarse como «variantes del
robo». Incluido el asesinato. Cuando matas a un hombre, le robas la vida.
«Tratando de fijar la responsabilidad criminal de los
asesinos, la ley intenta dividirlos (como hace con todo culpable) en
"cuerdos" y "locos". Se supone que el asesino es "cuerdo"
cuando obra según motivos racionales comprensibles aunque condenables; y "desequilibrado"
cuando actúa impulsado por motivos absurdos e irracionales.
Algunos de los más espantosos crímenes solo ocurren porque a
veces un grupo de jurados cobardes se negó a cumplir con su deber.
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