Libros en Frases: VOCES / Antonio Porchia

Recolección: Francisco Félix Durán



Mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez.

El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.

Mi pobreza no es total: falto yo.

Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos.

Quien no llena su mundo de fantasmas, se queda solo.

Lo indomesticable del hombre, no es lo malo que hay en él: es lo bueno.

Las quimeras vienen solas y se van acompañadas.

Hay dolores que han perdido la memoria y no recuerdan por qué son dolores.

Quien se queda mucho consigo mismo, se envilece.

Sí, es necesario padecer, aun en vano, para no vivir en vano.

Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.

Eres cuanto te necesitan, no cuanto eres.

Algunas cosas se hacen tan nuestras que las olvida- mos.

Te quiero como eres, pero no me digas cómo eres.

Te asusta el vacío, ¡y abres más los ojos!

Hoy no podría habituarme a cómo seré mañana; mañana sí.

Quise alcanzar lo derecho por sendas derechas. Y así comencé a vivir equivocado.

El hombre quisiera ser un dios, sin la cruz.

Cuántos, cansados de mentir, se suicidan en cualquier verdad.

Todo lo que llevo atado en mí, se halla suelto, en cualquier parte.

Nadie te ha dado nada por nada si nadie te ha dado el corazón, porque sólo el corazón se da por nada.

La humanidad no sabe ya adónde ir, porque nadie la espera: ni Dios.

A veces necesito la luz de un fósforo para alumbrar las estrellas.

Mi sed agradece un vaso de agua, no un mar de agua.

Hasta el más pequeño de los seres lleva un sol en los ojos.

Quien hace un paraíso de su pan, de su hambre hace un infierno.

No hables mal de tus males a nadie, que hay culpas de tus males en todos.

Sí, ya he oído todo. Ahora sólo me falta callarme.

En el sueño eterno, la eternidad es lo mismo que un instante. Quizá yo vuelva dentro de un instante.

Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.

Ahora el instante, luego lo eterno. El instante y lo eterno. Y sólo el instante es tiempo, porque lo eterno no es tiempo. Lo eterno es recuerdo del instante.

Quería conquistar. Pero no conquistaba. Porque quería conquistar sin derrotar.
  
Mi alma tiene todas las edades, menos una: la de mi cuerpo.

Lo que no se convierte en recuerdo no fue. Y tal vez no es. Porque no fue.

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