Recolección: Francisco Félix Durán
Publicado en El Heraldo de Chiapas / aquinoticias.mx / entiemporealmx.com 07/10/2016
En nuestra sociedad una joven que coquetea con un hombre
trae vergüenza a la familia.
Es horrible sentirse indigno ante los ojos de tus padres.
Un hombre va a trabajar, gana un salario, regresa a casa,
come, duerme. Eso es lo que hace. Nuestros hombres piensan que el poder radica
en ganar dinero y dar órdenes a los demás. No creen que el poder esté en manos
de la mujer que atiende a todos durante todo el día y pare a sus hijos.
La vida no es solo aspirar oxígeno y emitir dióxido de
carbono.
Hay que decir la verdad. La verdad acaba imponiéndose al
miedo.
Un estado es como una madre y una madre nunca abandona ni
engaña a sus hijos.
A los pashtunes nos gustan los zapatos pero no nos gusta el
zapatero; nos encantan nuestros velos y mantas, pero no respetamos a los
tejedores.
El Corán dice que debemos buscar el conocimiento, estudiar y
esforzarnos por comprender los misterios de nuestro mundo.
El bolígrafo y las palabras pueden ser mucho más poderosos
que las ametralladoras, los tanques o helicópteros.
"Cuando quieres algo, todo el universo se conjura para
que realices tu deseo", dice. Creo que Paulo Coelho no se ha topado nunca
con los talibanes y nuestros políticos inútiles.
Ningún pashtún abandona su tierra gustosamente. Se marcha
por la pobreza o se marcha por amor.
Una mujer solo se puede volver a casar si su esposo es
declarado muerto, no desaparecido.
Conozco la importancia de la educación porque me arrebataron
por la fuerza mis lápices y mis libros.
En ningún sitio pone en el Corán que una mujer tenga que
depender de un hombre.
Si creemos en algo más grande que nuestras vidas nuestras
voces se multiplicarán incluso si estamos muertos.
Nosotros creemos que Alá presta más atención a las personas
de pelo blanco.
Estoy convencido de que Dios envía primero la solución y
después el problema.
Un niño, un maestro, un libro y un lápiz pueden cambiar al
mundo.
Una vez le pedí a Dios unos centímetros más de altura; sin
embargo, me ha hecho tan alta como el cielo, tan alta que no podría medirme.
Yo soy Malala. Mi mundo ha cambiado pero yo no.
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