Recolección: Francisco Félix
Publicado en El Heraldo de Chiapas - www.aquinoticias.mx - entiemporealmx.com 12/02/2016
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Vivir es también pensar y, a
veces, atravesar esa frontera en la que sentir y pensar se funden: la poesía.
La llama doble. Según el
Diccionario de Autoridades la llama es la parte más sutil del fuego, que se
eleva y levanta a lo alto en figura piramidal. El fuego original y primordial,
la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y
alza otra llama, azul y trémula: la del amor.
Erotismo y amor: la llama doble
de la vida.
El erotismo no es mera sexualidad
animal: es ceremonia, metáfora.
La poesía pone entre paréntesis
la comunicación como el erotismo la reproducción.
La peligrosidad de la poesía es
inherente a su ejercicio y es constante en todas las épocas y en todos los
poetas.
Poesía y erotismo nacen de los
sentidos pero no terminan en ellos.
La primera nota que diferencia al
erotismo de la sexualidad es la infinita variedad de formas en que se
manifiesta, en todas las épocas y en todas las tierras.
El amor es una atracción hacia
una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo,
aceptación.
La interdicción fundada en la
raza sigue vigente, no en la legislación sino en las costumbres y en la
mentalidad popular.
El amor ha sido y es la gran
subversión de Occidente.
Todo amor es eucaristía.
El amor es atracción involuntaria
hacia una persona y voluntaria aceptación de esa atracción.
El amor es una pasión
cosmopolita.
El amor es loco porque encierra a
los amantes en una contradicción insoluble.
Solo un organismo fuerte y lúcido
puede ver de frente el sol cruel del destino.
Las civilizaciones no son
fortalezas sino cruces de caminos.
El amor ha sido un sentimiento
constantemente creador y subversivo.
No hay nada más difícil que
defender la libertad de los libertarios.
Podemos negar al tiempo, no
escapar de su abrazo.
El bálsamo que cicatriza la
herida del tiempo se llama religión; el saber que nos lleva a convivir con
nuestra herida se llama filosofía.
Somos hijos del azar.
La maquina no piensa pero hace al
pensamiento sin que nadie la guíe.
La imaginación religiosa concibió
un Dios superior a sus criaturas; la imaginación técnica ha concebido un Dios
ingeniero inferior a sus inventos.
La poesía, la fiesta, y el
amor son formas de comunicación concreta, es decir, de comunión.
El amor no nos preserva de los
riesgos y desgracias de la existencia. Ningún amor, sin excluir a los más
apacibles y felices, escapa a los desastres y desventuras del tiempo.
La juventud es el tiempo del
amor.
La vida es un continuo riesgo,
vivir es exponerse.
Las desdichas del amor son las
desdichas de la vida.
La historia es la degradación del
tiempo primordial, la caída del eterno ahora en sucesión.
El amor no vence a la muerte: es
una apuesta contra el tiempo y sus accidentes.
Somos el teatro del abrazo de los
opuestos y de su disolución, resueltos en una sola nota que no es de afirmación
ni de negación sino de aceptación.
Estupendo!
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