Entre mis directores de cine
favoritos hay varios italianos, pero hay uno en especial que me gusta porque tiende
a transmitir sus querencias, deseos, nostalgias y soledades. Me refiero a Paolo
Sorrentino, quien al igual que Mario Benedetti tiene una soledad tan concurrida
que la ha organizado como una procesión de películas.
Hace poco tuve la oportunidad de
ver Fue la mano de Dios, una biografía muy personal del cineasta napolitano,
que representa un homenaje a su pueblo, familia, ídolos, mentores y despedidas.
Sencillamente las costumbres y situaciones que lo formaron, razón por la que el
filme inicia con la aparición de San Genaro llevando a la tía Patrizia ante El
Monjecito, quien concede milagros, pero si cuentas que lo has visto puede
resultar todo lo contrario.
Fue la mano de Dios, se
desarrolla en el contexto de la anunciada llegada de Diego Armando Maradona al
Napoli y la afición en torno a este suceso que cambió el fútbol italiano, en
donde el protagonista Fabietto Schisa de 17 años descubre el erotismo, lo
complejo de las relaciones maritales, su pasión y la importancia de las
decisiones; así como las despedidas, que van desde la perdida de seres queridos
hasta la virginidad.
En este filme podemos encontrar
una especie de homenaje a otros directores italianos, es imposible no evocar
algunas imágenes nostálgicas que Giuseppe Tornatore nos ha mostrado en sus
obras. Del mismo modo, la Italia de barrio que tanta similitud tiene con México
y que muy bien plasmó en la pantalla grande Federico Fellini. Además de la
aparición de Antonio Capuano, quien da al protagonista una importante lección
de vida a través del conflicto.
Es entonces cuando descubrimos
que la mano de Dios de Maradona significa tantas cosas, como lo subversivo que
fue Diego por sí mismo y la trampa absuelta de pecado como una retribución por
la Guerra de Las Malvinas, así como la importancia de decidir las acciones que
marcarán tu vida.
Gracias a aquella mano izquierda,
Argentina venció a Inglaterra en el Copa Mundial de Fútbol de 1986 en México, tras
dos partidos más El Pelusa levantó la copa en el Estadio Azteca, consagrándolo
como el mejor jugador de la historia y una de las figuras más icónicas del
siglo; mereciéndole canciones, libros, películas, artes plásticas y hasta una
religión.
Es así como Paolo Sorrentino nos
muestra en un pequeño homenaje de lo que Diego Armando Maradona significó en su
vida, esto último lo sé porque en otros filmes también deja ver su pasión por
El Pelusa y el Napoli. Si tienen oportunidad vean otras obras de este director,
como La Gran Belleza, La Juventud, Un Lugar Maravilloso y Parthenope.
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