En casa he recibido a predicadores como los Testigo de
Jehová y de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, estos
últimos siempre me han causado preocupación porque sus misioneros son muy
jóvenes, sus edades oscilan entre los 18 y 25 años. Mi alerta surge debido a que
van a otros estados e incluso a países que no conocen a convertir personas a su
fe y a veces temo por su seguridad.
Al respecto, si buscamos noticias negativas relativas a las tareas
que realizan los misioneros encontraremos información muy escasa, lo cual está
bien porque quiere decir que sus actividades son seguras e incluso que su fe
los protege, pero también podría significar que con la enorme infraestructura
que está religión posee, puede ejercer un control mediático y como en toda
comunicación institucional: todo está bien.
Mi preámbulo surge debido a la película Heretic, dirigida
por Scott Beck y Bryan Woods; el protagonista y a quien nunca imaginé en un
papel de este tipo o en un filme de terror psicológico es Hugh Grant, quien
recibe en su casa a dos misioneras mormonas e intenta replantearles su fe, ¿en
realidad hay algo en qué creer o la fe es un producto mercadológico de las
organizaciones?
En ese contexto, el Sr. Reed convence a las misioneras para
que entren a su casa y con varios engaños entre la realidad y la ilusión, ahora
tendrán que elegir entre dos puertas para poder salir: confirmar su fe o negarla.
Es así como surgen diálogos e interpretaciones muy
interesante, quizás la que todos conocemos con el éxito del Código Da Vinci,
son estos dioses que nacieron de una virgen o sin pecado concebido en distintas
épocas y culturas, lo que les da un toque especial a sus destinos y sin ir tan
lejos mencionemos a Huitzilopochtli, el dios más importante de los aztecas fue
concebido cuando su madre Coatlicue encontró un ovillo de plumas
blancas y lo colocó bajo su huipil.
Por otra parte, también se plantea a la religión como una
organización y la comparan con un juego de mesa, que en realidad inventó
Elizabeth Magie Phillips en 1902, con el nombre de El Juego del Terrateniente,
pero en 1935 Charles Darrow presentó y vendió un concepto nuevo de lo que hoy
conocemos como Monopoly, generando millones de dólares e infinidad de
variantes, hasta los mormones tienen su propia versión de este juego.
Es así como haciendo la comparación con este juego de mesa,
el protagonista plantea que la versión original de las religiones monoteístas
es el judaísmo; la versión más popular es el cristianismo; la segunda edición
nueva y más popular es el islam; y los cientos de variantes solo brindan nuevos
significados o diferentes ángulos a la versión original y las populares.
Finalmente, la interpretación final de la película queda en
cada persona y su fe, pero lo que sí es un hecho y no está a discusión es el
control que ejercen las religiones sobre quienes han perdido todo y el
adoctrinamiento a los pobres para la resignación con la promesa del paraíso.
Además, como dice el Sr. Reed en el filme: “Los misioneros son vendedores de
una organización, el producto que venden es una idea”.
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