Tras el estreno de La Sustancia,
mucho se hablado del subgénero de Horror Corporal, en donde los cuerpos son
usados o transformados para causar terror -entre otras emociones desagradables-
y, aunque la película mencionada es muy ligera al respecto, les recomendaré
tres filmes que les harán sentir más que miedo y repulsión.
Primeramente, tenemos El Ciempiés
Humano, del director holandés Tom Six. Tres turistas son secuestrados en
Alemania por un especialista en la separación de siameses que ha decidido
experimentar y crear nuevas criaturas, por lo que une quirúrgicamente de boca a
ano para compartir un solo sistema digestivo a las tres víctimas, rompiéndoles
los ligamentos de las rodillas para que no puedan levantarse y solo pueda
gatear.
Supongo que no hace falta abundar
y la imaginación hará lo suyo, pero básicamente la cabeza come y los siguientes
se alimentan de lo que el otro defeca. Esta idea le surgió al cineasta tras
imaginar el castigo para un pederasta, quienes no merecen la paz de la muerte y
sí, penas ejemplares.
Segundo, la película francesa
Titane, en donde la protagonista es una asesina serial y padece mecanofilia,
que por cierto ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes en el
2021, convirtiendo a su directora Julia Ducournau en la primera mujer en
llevarse este galardón en solitario.
Así es, Alexia es una niña que
sufre un accidente automovilístico que le provoca una lesión en el cráneo, por
lo que ahora debe usar una placa de titanio en la cabeza, que es la primera de
las muchas transformaciones que tendrá su cuerpo y así comienza un vínculo con
el vehículo, que al crecer se convierte en mecanofilia y digamos que el aceite
funge como espermatozoides, para no dar spoilers.
Finalmente, nuestra generación
está muy acostumbrada a los cambios estéticos para lucir mejor, incluso existen
adicciones a las cirugías plásticas que nos llevan a lo peor físicamente
hablando; pero qué pasaría si la nueva tendencia artística fuera mostrar las
mutaciones y transformaciones del cuerpo y sus órganos.
Ese es el tema del filme Crímenes
del Futuro, del director canadiense David Cronenberg, quien en un futuro
distópico nos cuenta sobre Saul Tenser, un artista que padece síndrome de
evolución acelerada, desarrollando constantemente órganos vestigiales (órganos
inútiles debido a la evolución), que en vivo y gracias a la biotecnología, son
extirpados o transformados mostrando la belleza de una adicción, porque después
de todo y como se dice en el largometraje: “La cirugía es el nuevo sexo”.
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