Leer la novela “Temporada de
huracanes”, de Fernanda Melchor, me transportó al sureste de México, como si
estuviera echando una rica botana con su respectiva caguama, mientras escucho
el chisme de la bruja que fue asesinada y encontrada por unos niños en el río,
así como todas las suposiciones que un acontecimiento como este trae consigo.
Esta novela tan original, sin
palabras rebuscadas y sin personajes que soportan estoicamente las diversas
tragedias que se viven en todo nuestro país, nos cuenta con un lenguaje muy
popular de la costa de Veracruz, lo imposible que resulta salir de la miseria y
la marginación en la que viven muchos pueblos.
En ese contexto, la historia
comienza con el encuentro del cadáver de la bruja que mencioné, con ello vienen
narraciones de diversos personajes que cuentan lo ocurrido desde sus
perspectivas, creencias, temores y vendettas muy particulares, en donde las mujeres
siempre pierden y resultan culpables.
Me llama la atención que la
adaptación al cine de esta película no haya tenido éxito, la razón sin duda
alguna es que, en el filme dirigido por Elisa Miller, no muestra la realidad de
la sociedad retratada por Melchor; temió enseñar lo que todos ya sabemos, pero
pocos reconocen y quienes tuvimos la oportunidad de leerla estamos de acuerdo
con la autora.
Quienes conocemos las diversas
comunidades de nuestro país, sabemos que la desgracia siempre acompaña a los
desfavorecidos. La pobreza lleva a las localidades a ser controladas por el
narcotráfico, arrastra a sus mujeres a sobrevivir vendiendo su cuerpo y a las
que subsisten lejos de esta actividad siempre están por debajo de un hombre
-como el hecho de que los abusos y violaciones sexuales en casa, en la mayoría
de los casos resulta ser alguien de la familia o muy allegado a ella-, pero la
vergüenza y la falta de credibilidad ante el agresor masculino, concluye en la
falta de denuncias.
Por otra parte, existen quienes
ante la adversidad intentan soñar y salir adelante, como bien hizo la bruja,
quien comenzó por reconocerse a sí misma como mujer e incluso, aprendió el
negocio esotérico de su madre para capitalizarlo; pero lamentablemente, como
bien señala Jorge Castañeda en “Mañana o pasado: el misterio de los mexicanos”,
en esta comunidad marginada y pobre, todos son cangrejos que te regresan a la
cubeta cuando estás a punto de escapar. Así es la naturaleza humana.
Así es como Fernanda Melchor
retrata la vida tan cotidiana que viven los mexicanos. En donde gobierna el
crimen, la marginación y la pobreza no cesan, la misoginia y la homofobia están
disfrazadas, y realmente es difícil -por no decir imposible- salir de esta
oscuridad en la que tantos habitan.
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