Con la llegada del Año Nuevo,
vienen los buenos deseos, promesas y decretos para vivirlo mejor en diversos
aspectos, pero sobre todo la actitud positiva de que así será, ¿pero eso
bastará para cumplir las metas? Diariamente vemos en redes sociales personas
con historias de éxito, argumentando que lo consiguieron levantándose temprano
hasta los domingos o por el solo hecho de decretar merecer abundancia, muy al
estilo de Karime Macías, por mencionar algunos ejemplos.
Lo cierto es que las redes
sociales son parte de la cultura consumista en la que vivimos y ahí vemos lo
que cada persona quiere mostrar: éxitos, felicidad, amor, viajes; por mencionar
algunas cosas y muchas personas sienten que no prosperan o se quedaron en el
camino por no ver los mismos logros, quizás alguien por fin consiguió viajar a
Cancún, pero alguien más ya está en Santorini, entonces la competencia nunca
termina e incluso el que está en la isla griega sigue a alguien más y esto nos
demuestra lo relativa que es la felicidad, además de ser un elemento a corto
plazo, siempre queremos más.
Hace casi dos décadas tuve la
oportunidad de leer “El secreto”, desde entonces creo se volvió tendencia esta
idea de que todos somos especiales y el universo te da exactamente lo que le
pides, la “ley de la atracción le llaman” y esta genera frustración: pagas la
escuela más cara a tus hijos y no les garantiza un futuro laboral exitoso; amas
sin medida y no eres correspondido en muchos aspectos; trabajas todos los días
sin descanso y aún sigues estancado en donde mismo; más el oportunismo y el
nepotismo. ¿Entonces el universo no nos quiere?
En “El sutil arte de que (casi
todo) te importe una mierda”, de Mark Manson, dice que “cuando todo te importa
demasiado, sientes que todo debe ser exactamente de la forma que tú quieres” y
obviamente el no conseguirlo produce sentimientos negativos en nuestro ser,
porque como el autor explica, en realidad no somos especiales y hay millones de
personas que sufren lo mismo, porque lo cierto es que el único éxito es superar
nuestros problemas y no competir con el supuesto éxito de los demás.
En ese sentido, me gustaría
comentar que soy enemigo de los libros de autoayuda, derivado de que alimentan
falsas esperanzas como la religión y con eso de que el Señor obra de maneras
misteriosas, hasta de las desgracias aprendemos a dar gracias; por ello, aunque
el libro de Manson se clasifica en este género, concuerdo en varios aspectos
con él, como el hecho de que son los extremos son los que llaman la atención y
el resto es el montón, así que nos sentimos mal por no ser como ellos, pero en
cada foto publicada en redes sociales desconocemos el esfuerzo para llegar del
punto A al B.
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