“Lamb”, la ópera prima del director Valdimar Jóhannsson, nos
muestra a una pareja islandesa dedicada al campo y la crianza de animales.
María e Ingvar tienen un pasado que parece fue congelado entre las heladas
montañas y con el nacimiento de un cordero encuentran la oportunidad de ser
padres, hasta que la visita de un hermano incómodo los hace volver a la
realidad y devolver el calor a los recuerdos.
En ese contexto, que los protagonistas decidan adoptar a un cordero como hija y llamarla Ada, hoy en día no es para nada extraño, debido a una tendencia que propone un nuevo modelo familiar, en donde los animales forman parte del núcleo de la familia y se convierten en algo así como el sustituto de un hijo humano.
Mencionado lo anterior, nos encontramos con una variante
importante en esta historia: Ada es un ser híbrido, mitad cordero y mitad niña.
Por esta razón, no es casualidad la aparición de un macho cabrío resoplando al
inicio del filme en lo que parece ser un aquelarre. Tampoco lo es que la
protagonista se llame María y que el vástago deseado sea un cordero, en lo que
podría ser un milagro.
Es así como nos encontramos con un filme emocional, con ciertas notas de terror y suspenso, provocados por los solitarios paisajes y una niña producto de lo desconocido, con una mujer aquejada por los estereotipos femeninos que dictan que se debe ser madre, provocándole una depresión que sana con una nueva devoción, en esta historia llena de simbolismo y en donde la naturaleza demuestra que siempre reclama lo suyo.
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