Si les contara sobre una teoría que argumenta un déficit del
0,05% de alcohol en la sangre de los humanos al nacer, que al compensarlo
podría mejorar nuestras vidas y mostrar nuestra mejor versión, ¿lo beberían?,
hablo de dos copitas de vino o dos jarras de cerveza para cumplir el objetivo.
Esta es la premisa con la que inicia la película “Druk”, del director danés
Thomas Vinterberg, distribuida en México con el nombre de “Otra Ronda”, en
donde se narra la historia de cuatro amigos profesores de más de 40 años, que
deciden realizar un experimento sociológico compensando el déficit mencionado,
consiguiendo cambios positivos en la relación con sus parejas, alumnos y
familia.
Imaginemos que hacemos lo mismo, para llegar al 0,05% de alcohol en nuestro
organismo que es el grado óptimo, deberíamos beber por ejemplo dos caguamitas,
pero dentro de una o dos horas el nivel adquirido desciende y por lo tanto
tendríamos que beber de nuevo, el punto es mantenerse en el 0,05%, obviamente
esto nos generaría una dependencia alcohólica en aras de nuestra libertad y un
supuesto bienestar.
Si bien es cierto que el filme nos muestra las bondades de la bebida -como son
la desinhibición, el relajamiento y por qué no, la diversión- también nos
enseña sus graves e irreversibles consecuencias, porque el bienestar como
individuo no puede estar por encima del bien de la sociedad.
Por otra parte, me gustaría resaltar la actuación de sus protagonistas, porque
no es fácil interpretar a personas en estado de ebriedad, ya que ellos mismos
están actuando, fingiendo estar sobrios cuando se está borracho, esforzándose
para gesticular, hablar, moverse correctamente y controlar sus emociones, que
con cada copa es más difícil de lograr.
Esta película nominada a los premios Oscar 2021 como Mejor Filme Extranjero y
Mejor Dirección, nos recuerda un tanto la melancolía de lo breve que es la
juventud y representa un tributo a la amistad.
Comentarios
Publicar un comentario