Ser escritor no es una tarea fácil y vivir de ello es privilegio de pocos. Escribir para la gran mayoría es toda una proeza, debido a que existen muchos factores en contra de la conclusión y afortunada publicación de una obra. Desde un espacio libre de interrupciones, hasta contar con los fondos o apoyos para la publicación. A todo lo anterior súmenle que nadie solicita escritores o, ¿acaso han leído en las ofertas de empleo “Se necesita escritor”?
Cuando Gabriel García Márquez escribió
“100 Años de Soledad”, dejó su empleo para dedicarse de lleno a su novela.
Durante 18 meses, su esposa tuvo que hacer malabares económicos para sostener la
familia. Una vez concluyó, para enviar la obra tuvo que empeñar sus últimos electrodomésticos
y la fe de su esposa, quien dijo: “¡Ahora solo falta que esta novela sea mala!”.
Lo que hizo el gran Gabo fue toda
una hazaña. Estamos de acuerdo en que nadie puede escribir con hambre y el
riesgo a que no te publiquen es alto, sobre todo cuando ningún país latino figura
entre las naciones que más libros publican. Países como Estados Unidos, Reino
Unido y China, anualmente imprimen cientos de miles de obras.
Por otra parte, cada año la UNESCO
nombra a una ciudad como “Capital Mundial del Libro”, considerando su desarrollo
basado en el conocimiento y la lectura accesible para todos los sectores.
Lamentablemente ninguna ciudad latinoamericana figura en esta lista, pero sí
resalta España con Granada y Barcelona.
Todo sugiere que la buena
economía de un país, sí influye en la creación y publicación de obras
literarias, por ejemplo, solo seis escritores latinoamericanos han sido
galardonados con el Premio Nobel de Literatura, pero Francia y Estados Unidos
tienen 14 y 12 de estas condecoraciones, respectivamente.
Sin duda, en México y Latinoamérica
existe talento y una riqueza cultural que nos precede, pero la falta de
fomento, apoyos y una proyección económica desalentadora, son los principales obstáculos
de muchas letras que se plasman con hambre.
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