A
Fernán Pavía Farrera, tuxtleco y cronista conocedor de nuestras raíces.
A raíz de una postal que me
obsequiaron y que ilustra esta plana, surgió mi interés de consignar algunos
datos sobre un mercado que existió en Tuxtla Gutiérrez que era llamado "El
cientopiés", que se ubicaba en pleno centro de la ciudad. Debo agradecer
la descripción hecha para esta imagen de mi amigo el doctor Fernán Pavía,
médico y cronista a quien estimo, admiro y respeto.
El mercado público cientopiés fue edificado en 1870 y estaba ubicado entre la recién construida Alameda que conservaba añosos árboles de nambimbo y portales; estaba muy cercano a la plaza de armas y rodeado de cuatro árboles de zapote prieto. El comercio en esos años era fluido. El Departamento de Tuxtla tenía trescientos ranchos y sesenta haciendas productores de maíz, frijol, café, azúcar, añil, henequén, arroz, algodón y gran variedad de frutos tropicales.
Para construir este mercado se derribó la ceiba o pochota que durante años fue característica de Tuxtla, también se quitó una fuente por haberse instalado incipiente red de distribución de agua por declive, alimentada desde un depósito abierto.
El nombre de cientopiés (aludiendo al invertebrado miriápodo que tiene muchas patas), surgió porque esta construcción tenía una serie de columnas o que servían de apoyo al techo que tenía tres columnas por cada uno de sus ocho lados, además de columnas interiores que ayudaban a sostenerlo, es obvio que la moderna construcción llamaba la atención los tuxtlecos que inmediatamente lo apodaron así.
Se edificó en el centro de la ciudad pues aquí se desarrollaba el movimiento comercial y ahí se encontraban las más importantes negociaciones: por el oriente las del Portal de los Agachados regenteadas por sus propietarios Isaac Burguete, Manuel Araujo, Urbano Coutiño, Isabel Carrillo y Esteban Trinidad. Por el norte la ferretería y mercería alemana "El Globo", establecida ese año por Carlos Meyer. En la Calle del 21 de Octubre la miscelánea de doña Juana Maldonado. En la avenida El Progreso la tienda de la firma "Cano Hermanos" y doblando a la derecha, hacia el portal del frente de la Plaza de Armas, la "Botica y la Droguería del Comercio", propiedad del doctor Domingo Chanona; por el poniente el depósito de manta elaborada en la fábrica "La Providencia", de don Leopoldo Gout y más adelante la negociación de Víctor Domínguez.
El nuevo mercado surgió a la par de otras construcciones del gobierno, como la nueva fachada a la iglesia con dos torres-campanario, la clausura definitiva del camposanto por la apertura del Panteón Municipal por el rumbo sur oriente.
Y como apunta Fernán Pavía en su libro Transformación del centro histórico de Tuxtla: "Tradicionalmente los mercados, siguiendo la costumbre de los tianguis prehispánicos y coloniales, quedaban situados en las plazas mayores, los malos olores, basuras, encharcamientos y abundancia de insectos, constituían un incómodo problema de salud pública, además de ofrecer mal aspecto a los visitantes".
Por estas razones el cientopiés fue derribado alrededor de 1897, muchos vendedores cambiaron sus puestos a nuevo local conseguido por el gobierno y el municipio ubicado en un cuarto de hectárea en la esquina de la calle Víctor M. Flores y la avenida Hidalgo (hoy 1ª Poniente y 4ª Sur), en donde había ya intenso comercio tanto ambulante como establecido, por ello esta arteria era conocida por los tuxtlecos como "calle del comercio", aunque oficialmente nunca tuvo ese nombre.
En este terreno, el nuevo mercado aún para 1900 (según informe del gobernador Rafael Pimentel), no estaba del todo completo pues se espera colocar una armadura de hierro, por lo que muchas vendimias continuaron en la plaza del cientopiés y renuentes ante la disposición fue trasladarse a la "calle del comercio".
Sobre la imagen
Como certeramente lo apunta Pavía, la imagen es curiosa y sui géneris. Hay 33 personas entre vendedores varones, niños mujeres y un gendarme municipal; es una imagen que debió haber sido tomada por algún visitante extranjero y que fue destinada a una postal de la Sonora News Company, una firma comercial del Porfiriato que distribuía tarjetas postales en todo el país.
A la extrema izquierda se aprecia un uniformado que pertenecía al Cuerpo de Fuerza Pública de la administración municipal, quienes cuidaban el orden público. Las mujeres visten a la usanza cotidiana soque con falda y reboso en la cabeza, una de ellas con canasto cargando; muchos varones usan sombreros de petate (palma tejida), de copa muy alta, también eran característicos de varones zoques.
En la imagen se aprecian cargadores (uno de pie, otro sentado y otro recostado), son chamulas avecindados en Tuxtla, que con las cajas de maderas que se aprecian en el suelo y a manera de uacalli, portan y venden cacahuates y papas. Los huacales se cargaban sobre la espalda y eran sostenidos con mecapalli apoyado en la frente del cargador, por eso el que está recostado sobre la columna, tiene un paltic-catzactia (mojado y sucio) o paliacate y a su lado un pumpo con alguna bebida. Justamente a los que portaban el cacao para tributo a Moctezuma Xocoyotltzin eran llamados en náhuatl, Tlamamaloni (vasallos que cargan sobre las espaldas), denominación que retoman los antropólogos como abreviatura mam o mame.
Entre los niños, dos de ellos muestran corte de cabello tupé que era hecho por peluqueros locales colocándoles una jícara en la cabeza. A la extrema derecha se ve una niña vendedora de dulces tradicionales.
El mercado público cientopiés fue edificado en 1870 y estaba ubicado entre la recién construida Alameda que conservaba añosos árboles de nambimbo y portales; estaba muy cercano a la plaza de armas y rodeado de cuatro árboles de zapote prieto. El comercio en esos años era fluido. El Departamento de Tuxtla tenía trescientos ranchos y sesenta haciendas productores de maíz, frijol, café, azúcar, añil, henequén, arroz, algodón y gran variedad de frutos tropicales.
Para construir este mercado se derribó la ceiba o pochota que durante años fue característica de Tuxtla, también se quitó una fuente por haberse instalado incipiente red de distribución de agua por declive, alimentada desde un depósito abierto.
El nombre de cientopiés (aludiendo al invertebrado miriápodo que tiene muchas patas), surgió porque esta construcción tenía una serie de columnas o que servían de apoyo al techo que tenía tres columnas por cada uno de sus ocho lados, además de columnas interiores que ayudaban a sostenerlo, es obvio que la moderna construcción llamaba la atención los tuxtlecos que inmediatamente lo apodaron así.
Se edificó en el centro de la ciudad pues aquí se desarrollaba el movimiento comercial y ahí se encontraban las más importantes negociaciones: por el oriente las del Portal de los Agachados regenteadas por sus propietarios Isaac Burguete, Manuel Araujo, Urbano Coutiño, Isabel Carrillo y Esteban Trinidad. Por el norte la ferretería y mercería alemana "El Globo", establecida ese año por Carlos Meyer. En la Calle del 21 de Octubre la miscelánea de doña Juana Maldonado. En la avenida El Progreso la tienda de la firma "Cano Hermanos" y doblando a la derecha, hacia el portal del frente de la Plaza de Armas, la "Botica y la Droguería del Comercio", propiedad del doctor Domingo Chanona; por el poniente el depósito de manta elaborada en la fábrica "La Providencia", de don Leopoldo Gout y más adelante la negociación de Víctor Domínguez.
El nuevo mercado surgió a la par de otras construcciones del gobierno, como la nueva fachada a la iglesia con dos torres-campanario, la clausura definitiva del camposanto por la apertura del Panteón Municipal por el rumbo sur oriente.
Y como apunta Fernán Pavía en su libro Transformación del centro histórico de Tuxtla: "Tradicionalmente los mercados, siguiendo la costumbre de los tianguis prehispánicos y coloniales, quedaban situados en las plazas mayores, los malos olores, basuras, encharcamientos y abundancia de insectos, constituían un incómodo problema de salud pública, además de ofrecer mal aspecto a los visitantes".
Por estas razones el cientopiés fue derribado alrededor de 1897, muchos vendedores cambiaron sus puestos a nuevo local conseguido por el gobierno y el municipio ubicado en un cuarto de hectárea en la esquina de la calle Víctor M. Flores y la avenida Hidalgo (hoy 1ª Poniente y 4ª Sur), en donde había ya intenso comercio tanto ambulante como establecido, por ello esta arteria era conocida por los tuxtlecos como "calle del comercio", aunque oficialmente nunca tuvo ese nombre.
En este terreno, el nuevo mercado aún para 1900 (según informe del gobernador Rafael Pimentel), no estaba del todo completo pues se espera colocar una armadura de hierro, por lo que muchas vendimias continuaron en la plaza del cientopiés y renuentes ante la disposición fue trasladarse a la "calle del comercio".
Sobre la imagen
Como certeramente lo apunta Pavía, la imagen es curiosa y sui géneris. Hay 33 personas entre vendedores varones, niños mujeres y un gendarme municipal; es una imagen que debió haber sido tomada por algún visitante extranjero y que fue destinada a una postal de la Sonora News Company, una firma comercial del Porfiriato que distribuía tarjetas postales en todo el país.
A la extrema izquierda se aprecia un uniformado que pertenecía al Cuerpo de Fuerza Pública de la administración municipal, quienes cuidaban el orden público. Las mujeres visten a la usanza cotidiana soque con falda y reboso en la cabeza, una de ellas con canasto cargando; muchos varones usan sombreros de petate (palma tejida), de copa muy alta, también eran característicos de varones zoques.
En la imagen se aprecian cargadores (uno de pie, otro sentado y otro recostado), son chamulas avecindados en Tuxtla, que con las cajas de maderas que se aprecian en el suelo y a manera de uacalli, portan y venden cacahuates y papas. Los huacales se cargaban sobre la espalda y eran sostenidos con mecapalli apoyado en la frente del cargador, por eso el que está recostado sobre la columna, tiene un paltic-catzactia (mojado y sucio) o paliacate y a su lado un pumpo con alguna bebida. Justamente a los que portaban el cacao para tributo a Moctezuma Xocoyotltzin eran llamados en náhuatl, Tlamamaloni (vasallos que cargan sobre las espaldas), denominación que retoman los antropólogos como abreviatura mam o mame.
Entre los niños, dos de ellos muestran corte de cabello tupé que era hecho por peluqueros locales colocándoles una jícara en la cabeza. A la extrema derecha se ve una niña vendedora de dulces tradicionales.
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