Publicado en Acceso Chiapas y @entiemporealmx el 16/01/2015
Si
observamos las relaciones inconclusas desde una perspectiva romántica, puede
que nos hallemos con el mejor de los clímax porque estos nunca llegan a un
desenlace, y este punto de mayor intensidad que con el tiempo permanece latente
y creciente, es lo que consigue inmortalizar a aquel personaje con quien
teníamos dicha relación, ya sea de índole amorosa, o literaria, o musical, o de
muchos otros tipos.
Cuando hablamos de estas situaciones rápidamente vienen a nuestra mente, todas
aquellas leyendas musicales que se fueron antes de tiempo como Kurt Cobain, Jim
Morrison y Jonh Lennon entre otros, todos se preguntan que más hubieran creado
o como hubieran concluido, pero la magia está ahí en que partieron en el clímax
de sus carreras.
Enfocándonos al mundo literario puedo decir que los buenos escritores viven un
climax eterno, porque desde su primera gran obra inician un maratón
infinito, y nos hablan a diario y nosotros les platicamos sus versos, es
una comunicación que jamás concluye entre cada lectura que hacemos.
En fin, basta de preámbulos y hablemos de Alabardas la obra inconclusa de José
Saramago, un libro con solo tres capítulos existentes, notas de trabajo del
propio autor en donde podemos vislumbrar el desarrollo y final no escritos, y
textos de Roberto Saviano y Fernando Gómez Aguilera.
El libro que nace por la historia de una bomba que no explotó al ser lanzada
debido a que fue saboteada y en su interior sólo tenía un papel con la leyenda:
"Esta bomba no va a estallar", nos deja algunos razonamientos muy
acertados del autor como: “Desde el principio del mundo había armas y por eso
no moría más gente, morían quienes tenían que morir, nada más”. Asimismo afirma
que “Todos los países, sean como sean, capitalistas, comunistas o fascistas,
fabrican, venden, compran armas y no es extraño que las usen contra sus propios
naturales”.
El móvil del libro plantea el conflicto moral de Artur Paz Semedo, empleado de
una fábrica de armas, que intrigado por el sabotaje de una bomba durante la
Guerra Civil española es impulsado su ex esposa Felicia, a iniciar una
investigación de las incógnitas de aquella época convulsiva, lo que despierta
en él un debate íntimo entre la ceguera impuesta por la necesidad laboral y el
compromiso social.
Lo demás es para imaginar, puede que Artur y Felicia convengan regresar ya que
esta última se siente emocionada por la nueva actitud de su ex esposo, o bien
puede que no, porque como dice el autor en la novela: “Toda precaución es poca
en las parejas separadas”, y puede que todo salga al revés.
Quizás esta investigación atrape a ambos protagonistas en una red de
conspiraciones, debido a que: “La prudencia manda que el pasado solo se toque
con pinzas, e, incluso así, desinfectadas, para evitar contagios”, escribió el
autor, pero todo es un quizás y nunca sabremos nada de cierto.
Es por ello y si bien es cierto, que en "Alabardas, alabardas.
Espingardas, espingardas", nos encontramos no solo con el inicio de esta
obra, sino que todos la podemos desarrollar y finalizar con las notas que
Saramago dejo, y esto se convierte en las mil y una noches para que nuestro
escritor favorito siempre diga hasta luego y jamás un adiós.
@fcofelixd
Comentarios
Publicar un comentario