Cuando hablamos de poesía, lo
primero que viene a la mente de muchas personas es el amor, como si todo verso
fuera sobre esta emoción o para incitarla. Lo cierto es que escribir sobre el
amor es lo más complicado que existe, no solo porque es un tema recurrente y
plagado de imágenes comunes, considerando que ya todo está dicho y que el
verdadero reto sería “dar de si algo propio ahí donde existe ya multitud de
buenos y, en parte, brillantes legados”, dice Rainer Maria Rilke, en Cartas a
un joven poeta.
Este libro reúne una serie de
cartas del escritor austriaco mencionado, que intercambió con un joven alemán
quien tenía la aspiración de ser poeta, llamado Franz Xaver Kappus y aunque
pudiéramos decir que logró su cometido, lo cierto es que es mayormente conocido
por esta correspondencia. Las respuestas de Rainer se llevaron a cabo entre los
años 1903 a 1908, desde Francia, Italia, Alemania y Suecia.
En cada carta existía una lección
para el aspirante a poeta y la primera era no escribir sobre el amor, la razón
según el autor es algo que hoy en día escuchamos mucho: el amor propio. Señala
que amar es una posibilidad para que el individuo madure y sea algo en sí
mismo, refiriéndose a reconocerse en soledad para convertirse en un mundo y no
en crear uno para alguien más.
En este sentido, habla de las
desdichas que pasan los jóvenes por la impaciencia de su naturaleza y en los
vicios que podrían adquirir por no saber convivir o reconocer a la soledad como
una aliada, además de expresar que la sociedad ha sabido crear refugios de todo
tipo, porque, inclinada a tomar la vida amorosa como un placer, tenía que
convertirla en algo fácil, barato, sin riesgos, seguro, como las diversiones
públicas.
Del mismo modo, vaticinó el
despojo de las convenciones de lo únicamente femenino, reconociendo a las
mujeres como transformadoras de su estado y condición. En esta igualdad social
y en pareja, ambos individuos se reconocen en soledad y esto es un progreso que
transforma la vida amorosa, construyendo una relación de persona a persona y no
de hombre a mujer, generando “aquel amor que consiste en que dos soledades se
protejan, delimiten y respeten mutuamente”, subraya el poeta.
Por otra parte, invita a
arriesgarse e ir más allá de las celdas de nuestra mente, esta es la única
forma de poder escribir, ya que ser artista en realidad es un riesgo que muy
pocos deciden afrontar o vivir con convicción. El secreto está en aceptar todo
lo maravilloso e inexplicable que nos pueda suceder.
Finalmente, con la premisa de que
somos soledad, debemos vivir y negarnos a las limitaciones. Después de todo,
como bien indicó Rainer Maria Rilke: “deje que la vida vaya sucediendo y traiga
lo que tenga que traer. Créame, la vida siempre, siempre tiene razón”.
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